El problema no es el déficit público, sino quien se beneficia con él

La escuela
neoclásica
de economía (base del actual neoliberalismo) ha conseguido, casi
como si un dogma religioso más fuera, convencer a la ciudadanía de que las finanzas
de los gobiernos deben administrarse como el presupuesto del hogar de cualquier
familia normal, en donde las palabras déficit o deuda pública deben ser
consideradas un peligro o peor aún, casi como un pecado. Sin embargo, si algo
ha demostrado la reciente pandemia coronaviral es que si la cuentas públicas
las llevaran unos padres de familia preocupados, el sistema socioeconómico de
los países desarrollados hubiera colapsado y ahora estaríamos en la más
completa ruina socioeconómica.